jueves, marzo 13, 2008

Sombrío adiós


Las sombras se apoderaron de la habitación y él quedó atrapado, aprisionado o abrazado por ellas.
Se había ido.

miércoles, octubre 17, 2007

Nunca vino a amarte

Jeanloup Sieff

Nunca vino a amarte. Pero tú te sentías amada. He aquí el terrible problema de tu mente. En tu universo, tú eras su princesa. En la realidad, él te castigaba. Te arropaba con cómodas incertidumbres, a las que tú dabas tiempo. Te mantenía con preciosas mentiras, que siempre creíste verdades. Ella, has de asumirlo, nunca vino a amarte. Soñarlo para ti fue tan dulce como doloroso.


Contigo siempre pensé en una rosa. Con su intocable belleza y sus más que acechantes espinas, se mantiene inmune hasta que alguien decide cortar su tallo o hasta que el inexorable tiempo le arrebata su esplendor y va haciendo que lentamente muera.



Y aquí estoy yo. Espectador de tu vida y de la mía. Porque Ella... te quiero. Por eso desprecio mi vida. Amarte es odiarme. Odiarte acabaría con mi vida. ¿Oyes? Mis latidos se disipan. El odio roe mis entrañas. ¿Quién hay ahí?

miércoles, octubre 10, 2007

Y de nuevo, el ausente

Misha Gordin

Tu ausencia había vuelto a ti y, con ello, a mí. No me mirabas a los ojos y yo no lograba adivinar por qué. Quería creer que al menos lo hacías tras los cristales, pero mi yo más caótico, el que era capaz de entrar en una profunda espiral con tal de seguir engañándose a sí mismo, terminaba siendo vencido por el más racional, que no hacía más que repetirse que no debía creerse nada. Tampoco escribías con tinta bajo mi piel, sobre mi alma. Y, de nuevo, yo me rompía la piel en mil pedazos por intentar emborronarla con tus palabras. Parecía no importarme sangrar. Sólo quería que tú fueras consciente del daño que tu ausencia me hacía. Aunque lo cierto era que sí me importaba el color carmesí. Me importaba porque sólo significaba algo: que ya era imposible deshacerme de tu sombra, que ya era incapaz de vivir sin ti, aunque fuera con el ausente.

lunes, octubre 08, 2007

La fragilidad del movimiento humano

Eugenio Recuenco

- Te toca mover.
- Sí, lo sé. ¿Puedes esperar?
- He esperado demasiado y ya no puedo soportar más esperas. ¿Mueves?
- …

Pasan los segundos.
Tic…
Tac…

- ¿Vas a mover?

Silencio.

- ¿Me explicas por qué no mueves?

Pesado silencio.

- Dime al menos que no mueves.

Inquietante silencio.


- Está bien, no contestes. Pero, ¿sabes? Jaque mate a sí misma. Se acabó la partida. La reina negra abandona el tablero.

El (otro) túnel

No se trataba de longitud y luminosa salida exterior. No. Hoy tenía esa sensación de humedad, de oscuridad y de malestar (desde pequeño, los túneles generaban pánico en mí, que devenía en insoportable malestar).

Ana había vuelto. Estaba realmente preciosa. Pero Ana era un sueño porque la veía fuera del túnel. Dentro estábamos nada más que mi alter ego y yo. Él empujaba para salir fuera, valiente. Yo estaba quieto, acobardado, esperando a que pasara un tren para subirme a él o aguardándola allí dentro sabiendo que jamás vendría.

Pasaron cuatro años. Por fin gané la batalla. Ya no había otro yo. Decidí salir de aquel lugar.

La luz del exterior me cegaba como prisionero que había sido de mi propia caverna. Me paré a dejar que mi vista se acostumbrara. Entonces fue cuando volví a verla. Al principio no la reconocí. Luego, cuando empecé a sentir que algo absorbía mis entrañas, supe que se trataba de ella. Tan radiante y fuerte como siempre. Quería susurrarle alguna palabra al oído o, por lo menos, tirar de su delicado brazo para sorprenderla, así que me acerqué a su espalda. De repente, Ana desapareció y yo comencé a caer por un túnel dirigido hacia abajo, como un pozo. Caía, fruto de la inevitable gravedad, hasta que me estampé bruscamente.
Ficción/realidad.
Estaba en la cama, con el corazón acelerado y empapado en sudor. A mi lado, Ana. Muerta.
Realidad/ficción.

domingo, octubre 07, 2007

Si únicamente deseara dos

Lilya Corneli


Mírame. Soy una bailarina que llora por ti. Pero no te rías. No hay nada gracioso en esto. Estoy aquí sola y no puedo bailar. Además, tengo miedo. Todo está oscuro. No se oye nada. Por favor, ven. Quiero bailarte. Sólo dos pasos y caeré. Lo prometo. Dos pasos y no me oirás más. Dos pasos. Dos...